CIUDADANÍA RELATIVA
Hace muy pocos días se presentaba en
Madrid en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, la “primera”
propuesta formal de la nueva asignatura llamada “Educación para la Ciudadanía”.
La sesión la inició la Ministra de Educación
Mercedes Cabrera, pero quien intentó explicar la propuesta final fue el Secretario
General de Educación y Ciencia, Alejandro Tiana. Estaba llena de demagogia y de
buenos propósitos de dudosa intención ideológica y proselitista.
Me baso en su más de media hora por justificar
la necesidad de esta asignatura, explicando cómo en muchos países de Europa ya
estaban en marcha propuestas muy parecidas a la nueva materia, por lo tanto el
ministerio no innovaba, simplemente se hacia eco de una realidad ya presente en
otros lugares.
Leídos y explicados los contenidos básicos
de la misma y a qué edades va dirigida, pasó a explicar los marcos donde
podríamos situar esta nueva disciplina, cuyo objetivo es educar buenos
ciudadanos.
En principio, no habría que hacer ninguna
crítica a la intención de educar y formar a los jóvenes, en valores para una
sana convivencia ciudadana y construida sobre los derechos humanos. Hasta aquí
muy bien; pero tendríamos que cuestionarnos si en el sistema educativo ya no
existía algo similar, estoy hablando de la ética y de la religión, cuyos
objetivos eran educar en valores tanto éticos como cristianos. Al aparecer esta
materia, estas dos quedan desplazadas o eliminadas por esta nueva formación,
basada en los valores democráticos y constitucionales, pero olvidando que las
otras, y en especial la religión, ya se encargaban de informar y formar en
valores éticos y morales.
Por un lado, ese interés de desplazar la
asignatura de religión, marginándola y si es posible eliminándola, y por otro,
el interés por la nueva disciplina que sustituye y plantea un nuevo
adoctrinamiento. El señor Tiana manifestaba su malestar personal y el del
ministerio por todos los comentarios que se habían producido en los medios de
comunicación, acusando de no decir la verdad y hacer un ataque malicioso a la
materia de la “Educación para la Ciudadanía”.
Lo que sí que dejó muy claro, es que el
marco de la nueva asignatura es el constitucional y por este motivo los valores
de comportamiento correctos lo marcan las leyes. Pero como vemos esto es una
trampa, porque en el momento se apruebe una ley que pueda ser injusta o
moralmente incorrecta se va a tomar como algo bueno, es en definitiva potenciar
unos valores relativistas que oscilan en función del criterio político del
momento.
Si por ejemplo, la eutanasia, el, aborto,
los matrimonios homosexuales, se consideran legales, entonces esto se toma como
válido, y eso será lo que se les educará a los niños y a los jóvenes, es decir,
todo aquello que es legal y constitucional pasará a ser correcto, al margen de
la moral.
No siempre lo legal es lo correcto, lo lícito es simplemente una cuestión de
mayorías, no se puede mezclar lo que es bueno o malo en función del partido que
gobierne en el momento, la moral del comportamiento tiene que ser independiente
de los planteamientos políticos, porque si no lo hacemos así, los
comportamientos sobre la ciudadanía pasan a ser algo que es completamente
relativo.
Es verdad que el sistema educativo debe
procurar una calidad para todos y la búsqueda de unos valores humanos, pero
evitando la manipulación ideológica que es lo que parece que se pretenda con
esta asignatura. Se insistía en los valores democráticos y constitucionales,
algo que se debe educar desde pequeño, pero habrá que analizar cómo, y de qué
manera se hace.
Habrá que plantearse hasta qué punto es
necesario una asignatura de este tipo, o si lo que habría que hacer es empezar
a crear actitudes de respeto y de convivencia de unos con otros, entre los
compañeros y con los profesores, actitudes que comienzan en la familia y en el
hogar y que se prolongan en la escuela. Las asignaturas parcelarias pueden no
servir para nada o sólo para conseguir unos objetivos ideológicos.
Es cierto que hay una indiferencia hacia la
política y es un sector que se encuentra muy poco valorado, que las actitudes
de muchos políticos dejan mucho que desear, y por lo tanto, sería bueno que los
jóvenes y los niños tuvieran otro tipo de imagen del mundo político y de la
utilidad que se puede hacer a la sociedad desde éste.
Lo que habrá que ver es si la nueva
asignatura para la ciudadanía puede atentar contra la libertad moral y
religiosa de muchos; si el marco legal puede determinar los comportamientos,
qué lugar podría ocupar la objeción de conciencia cuando hagan estudiar valores
amorales y peligrosos, que se venden ahora como progresistas y modernos.
Veremos si eliminar la religión, la ética y parte de la filosofía clásica va
ayudar a que se disminuyan los problemas sociales que tenemos actualmente en
nuestra sociedad, tales como: la inmigración, la violencia de género, el
atentado contra la libertad religiosa, el acoso y la violencia en los entornos
escolares. Es algo que desde luego está por ver, y de entrada parece una
materia conflictiva creando unos ciudadanos que relativizan actitudes cívicas
en función de las leyes del momento.
JAVIER ABAD CHISMOL
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