LOS NIÑOS A CASA
La ministra de educación Mercedes
Cabrera, no sabe que hacer con la asignatura de religión, parece que es uno de
esos problemas que no tienen solución. Todo porque una parte del colectivo de
enseñanza se opone de una manera rotunda a cualquier clase de formación de
religiosa.
Quieren encontrar una fórmula mágica que
contente a todo el mundo, que mire los intereses políticos de todos, de todos
menos de los alumnos, que son, como siempre, los que más marginados quedarán de
esta pelea ideológica, que solo mira intereses partidistas mezclados con una
buena dosis de odio visceral a la
Iglesia y a la formación católica.
Nos hablan del posible abanico de
posibilidades que se plantea, tenemos por una lado la opción de que los alumnos
puedan escoger entre religión confesional, es decir, algo similar a lo que se
estudia actualmente, y por el otro la no confesional, que vendría a ser una
especie de historia de las religiones.
Pero lo que más llama la atención es la
nueva fórmula, los padres podrán escoger que sus hijos no den ninguna de las
dos opciones, y si lo hacen, tendrán como premio que puedan irse a casa a
jugar, a estudiar, o hacer lo que les de la gana; bien que lo decidan en el
centro o bien los padres, que serán muy generosos con la formación de sus
hijos.
Los artífices de esta última medida
demuestran ser muy pésimos educadores por varios motivos. Si los niños
estudiaran sólo lo que les apetece muchos no cogerían ninguna asignatura ¿Qué
hacer con los niños que no cogen la asignatura? ¿Cómo conseguir disciplina en
un tiempo no lectivo?
Con los problemas de fracaso escolar, de
violencia, de falta de motivación, nuestra ministra considera que esta es la
mejor manera de solucionar los conflictos de comportamiento y formación.
Una vez más se demuestra que el sistema
educativo es un fracaso, y que lo que pretende es coartar la libertad de los
alumnos por intereses políticos y partidistas. Interesan jóvenes que no
piensen, que no se cuestionen nada, que
sean sumisos y lo más incultos posibles, educarles tan sólo en el liberalismo y
el ocio.
La formación religiosa es fundamental en
nuestra cultura y en nuestra sociedad, es la única manera de entender nuestra
historia. El presidente Zapatero habla de memoria histórica, pero se olvida de
las raíces cristianas de España, donde se construye toda nuestra historia, si
realmente quiere recuperar la memoria, lo que tiene que hacer es mirar a su
alrededor y no empezar a arrancar las páginas de la historia de España que no
le gustan. La cultura y la formación es global no se puede parcelar por
intereses que llevan al adoctrinamiento más radical.
Que no nos engañen, eliminar la clase de
religión no es admitir la diversidad, eso es privar a los alumnos de una
formación integral. Para poder escoger hay que saber que es lo que tengo ante
mis ojos, si elimino piezas de la opción, simplemente porque no me interesa, estamos
cayendo en una manipulación.
Porque con el nuevo criterio del ministerio
no haría falta que los niños fueran al colegio, ¿para qué? Cuando sean mayores
que decidan, si quieren saber, o por el contrario si quieren ser unos
ignorantes, si quieren saber lengua, matemáticas o sólo la disciplina que les
apetece, creando así verdaderos tiranos incultos.
Negar la clase de religión es dar a
entender a la sociedad que los valores morales y el contenido formativo de la
religión católica es perjudicial para el menor o le va a predisponer en su
vida. Al alumno hay que formarlo en todas las áreas de la vida, para que luego
al tener unos conocimientos básicos de todo, sea luego capaz de escoger de una
manera madura, coherente y responsable; si les negamos el conocimiento del
hecho religioso no van a ser capaces de poder optar, al tener lagunas en su
conocimiento de la realidad social en la que vivimos.
No olvidemos que unos de los principios
básicos para la educación es la libertad, y libertad es conocer para poder
escoger.
Pero ese sector progresista y liberal
sigue pensando que la Iglesia manipula, convence, que es una manera de reprimir
a la sociedad y a los jóvenes, es mejor incentivar el botellón, el liberalismo
desenfrenado y el relativismo más enfermizo que hace que lo anormal y las
rarezas se conviertan en algo normal. Ahí tenemos esa nueva asignatura que se
van a sacar de la manga, la educación a
la ciudadanía, esa nueva moralina ética construida en función de las
necesidades ideológicas del momento y que pretende saltarse las reglas más
elementales de la ética del comportamiento.
Saber
distinguir lo bueno de lo malo, lo que se puede hacer y lo que no, pero no
inventarse nuevas normas morales de interés político que lo que hacen es
corromper nuestra sociedad, rompiendo los valores fundamentales del
comportamiento y de la educación.
No podemos ver a la religión como un
enemigo a abatir, la religión es buena para una sociedad que se quiera
construir sobre unos valores basados en el amor de Dios y en la búsqueda de un
mundo más justo y equilibrado, la
Iglesia es una de las instituciones que más obras sociales
realizan en todo el mundo por los más necesitados y desfavorecidos de la
tierra, todo fruto de unos valores solidarios.
No cabe ninguna duda que lo más fácil para
eliminar la asignatura de religión es poder preguntarle a un niño si prefiere
ir a clase o quedarse jugando en el patio o irse a casa, la respuesta es
evidente, que cada uno se responda a si mismo.
JAVIER ABAD CHISMOL
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