NUEVAS ARMAS DE PROPAGANDA
Desde hace ya algún tiempo podemos ver
cuales son las nuevas armas de ciertos grupos ideológicos, la nueva forma de
tener y manifestar su razón, las nuevas armas propagandistas son el ruido, la
extorsión y el insulto.
Lo pudimos ver recientemente en Martorell,
cuando un grupo de desarmados pretendían sabotear un mitin del Partido Popular,
y lo hicieron con la nueva arma propagandista de la izquierda liberal, la que
presume de tolerante y democrática, su nueva arma son las cacerolas y demás
menaje del hogar y de la cocina. Parece mentira que en la España del siglo XXI
se siga utilizando este tipo de formas y de maneras para ir contra aquellos que
simplemente no piensan como ellos.
Pero lo peor es que partidos políticos,
como el socialistas sean cómplices de estos ataques, aquellos que se infiltran
entre los alborotadores y son los primeros en reírse a escondidas, haciendo así
que sus adversarios pasen un mal trago.
¡Viva la democracia, la libertad la
expresión! Ningún partido que se considere democrático puede estar a favor de
este tipo de actitudes y de insultos, eso si que es una dictadura y terrorismo
ideológico. Una opresión como la que sufrieron las sedes del Partido Popular
tras los atentados del 11de marzo, insultar, llamar asesinos a gente inocente,
actitudes violentas, gritos de fascistas. Fraga también tuvo que aguantar como
en la universidad un grupo de intolerantes fanáticos irrumpían en la sala para
insultarlo.
Las nuevas armas de propaganda son los
mensajes de móviles, las cacerolas, los insultos, la extorsión. Muy mal se
avecinan las cosas si estas son las actitudes que queremos manifestar y
trasmitir. Luego podemos preguntarnos de una manera ingenua porque cada vez hay
más violencia entre los jóvenes y los niños, cuando es la propia sociedad
adulta la que incita a este tipo de actitudes. Nunca esto puede estar
respaldado por los partidos políticos democráticos, no aprovechar el revuelo
popular para sacar tajada de la debilidad de mi enemigo con esa risa
encubierta.
Cuando veía las imágenes contra Piqué y
Acebes, los ruidos, las cacerolas, los insultos, la policía, y como no los
concejales del PSOE por en medio, y en primera fila, me vino a la cabeza mi
experiencia cuando fui párroco de Sinarcas, cuando un grupo de vecinos armados
con cacerolas me esperaron a la puerta de la Iglesia, insultando al grito de
fascista, persiguiendo y llamándome provocador cuando eran ellos los que habían
venido a buscarme, todo por una crítica al botellón.
Una manifestación que había sido convocada
por mensajes de móvil y a la que había acudido las madres con sus hijos en
brazos, y habían incitado a sus hijos a que insultaran al cura. Esa es la
educación que se les da a los niños, aquel que no piensa como ellos se le puede
hacer lo que se quiera. Y por supuesto no faltaron los concejales del partido
socialista para apoyar la manifestación pacífica contra el cura, grabación de
video incluida.
Nuestra sociedad nunca puede consentir
estas actitudes violentas y menos con la presencia de menores, porque eso
incita a la violencia, el hijo de unos de los que grabó la cacerolada a la
puerta de la Iglesia a los pocos días era expulsado unos días del instituto por
grabar con el móvil como le pegaban collejas a una compañera de clase. Nos
podríamos preguntar porque existe acoso o violencia de género. No se puede
consentir que tengamos cargos públicos en nuestro país que abanderen ese tipo
de actitudes, eso pudre a una sociedad y la inunda de valores que van en contra de una convivencia pacífica.
Muchos son los que justifican estas
actitudes porque su verdad y su razón, es tan fuerte que justifica la violencia
y el insulto. Yo escuchaba afirmaciones de que el cura se lo merecía porque
según ellos había hablado mal del pueblo. Nunca hay nada que pueda justificar
actitudes como estas y nuestra sociedad lo que tiene que hacer es atacar este
tipo de actos vandálicos. Recuerdo la frase del alcalde de la localidad de que
no pararía de hacer cosas hasta que yo desapareciera, ¿cómo hay que llamar a
eso? Prefiero no decirlo y que cada uno haga una reflexión respecto a esta
cuestión.
En el caso de Martorell, de la universidad
o de Sinarcas, o tantos otros que ha habido y como parece ser, seguirán
habiendo, porque ciertos intereses de partido así lo quieren y han visto así
una forma de atacar a su enemigo o a su adversario, y no les importa no tener
escrúpulos para afirmar lo que decía Zapatero con respecto a Cataluña, que a él
lo acogían muy bien y no tenía problemas como otros. Y el alcalde de Sinarcas
que convoca un pleno extraordinario para destituir al párroco, afirmando que
tiene el apoyo de arriba y que ahora ya no hay que hacer más caceroladas.
Me parece triste estas actitudes, más que
nada porque esto educa a la gente y a nuestros jóvenes para que cuando algo no
les guste, o tengan un problema con un profesor le monten “un pollo”, o una
cacerolada, o le digan fascistas porque no se les deja consumir alcohol. Así lo
único que conseguimos es incitar a la violencia y a la tiranía de unos hacia
los otros.
Estas son las nuevas armas de propaganda;
los mensajes de móviles, las caceroladas, los insultos, la extorsión. Todo vale
con tal de herir a mi rival, pero en definitiva al final a cada uno nos definen
nuestros actos, y quien potencia esto, o simplemente lo tolera o lo encubre, ya
se sabe cuales son sus valores, y no son precisamente los de la tolerancia, la
democracia y el estado de derecho.
JAVIER ABAD CHISMOL
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