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viernes, 14 de agosto de 2015

NUEVAS ARMAS DE PROPAGANDA, LAS PROVINCIAS, 17 DE OCTUBRE DE 2006

NUEVAS ARMAS DE PROPAGANDA

     Desde hace ya algún tiempo podemos ver cuales son las nuevas armas de ciertos grupos ideológicos, la nueva forma de tener y manifestar su razón, las nuevas armas propagandistas son el ruido, la extorsión y el insulto.
    Lo pudimos ver recientemente en Martorell, cuando un grupo de desarmados pretendían sabotear un mitin del Partido Popular, y lo hicieron con la nueva arma propagandista de la izquierda liberal, la que presume de tolerante y democrática, su nueva arma son las cacerolas y demás menaje del hogar y de la cocina. Parece mentira que en la España del siglo XXI se siga utilizando este tipo de formas y de maneras para ir contra aquellos que simplemente no piensan como ellos.
     Pero lo peor es que partidos políticos, como el socialistas sean cómplices de estos ataques, aquellos que se infiltran entre los alborotadores y son los primeros en reírse a escondidas, haciendo así que sus adversarios pasen un mal trago.
     ¡Viva la democracia, la libertad la expresión! Ningún partido que se considere democrático puede estar a favor de este tipo de actitudes y de insultos, eso si que es una dictadura y terrorismo ideológico. Una opresión como la que sufrieron las sedes del Partido Popular tras los atentados del 11de marzo, insultar, llamar asesinos a gente inocente, actitudes violentas, gritos de fascistas. Fraga también tuvo que aguantar como en la universidad un grupo de intolerantes fanáticos irrumpían en la sala para insultarlo.
     Las nuevas armas de propaganda son los mensajes de móviles, las cacerolas, los insultos, la extorsión. Muy mal se avecinan las cosas si estas son las actitudes que queremos manifestar y trasmitir. Luego podemos preguntarnos de una manera ingenua porque cada vez hay más violencia entre los jóvenes y los niños, cuando es la propia sociedad adulta la que incita a este tipo de actitudes. Nunca esto puede estar respaldado por los partidos políticos democráticos, no aprovechar el revuelo popular para sacar tajada de la debilidad de mi enemigo con esa risa encubierta.
     Cuando veía las imágenes contra Piqué y Acebes, los ruidos, las cacerolas, los insultos, la policía, y como no los concejales del PSOE por en medio, y en primera fila, me vino a la cabeza mi experiencia cuando fui párroco de Sinarcas, cuando un grupo de vecinos armados con cacerolas me esperaron a la puerta de la Iglesia, insultando al grito de fascista, persiguiendo y llamándome provocador cuando eran ellos los que habían venido a buscarme, todo por una crítica al botellón.
     Una manifestación que había sido convocada por mensajes de móvil y a la que había acudido las madres con sus hijos en brazos, y habían incitado a sus hijos a que insultaran al cura. Esa es la educación que se les da a los niños, aquel que no piensa como ellos se le puede hacer lo que se quiera. Y por supuesto no faltaron los concejales del partido socialista para apoyar la manifestación pacífica contra el cura, grabación de video incluida.
     Nuestra sociedad nunca puede consentir estas actitudes violentas y menos con la presencia de menores, porque eso incita a la violencia, el hijo de unos de los que grabó la cacerolada a la puerta de la Iglesia a los pocos días era expulsado unos días del instituto por grabar con el móvil como le pegaban collejas a una compañera de clase. Nos podríamos preguntar porque existe acoso o violencia de género. No se puede consentir que tengamos cargos públicos en nuestro país que abanderen ese tipo de actitudes, eso pudre a una sociedad y la inunda de valores que  van en contra de una convivencia pacífica.
     Muchos son los que justifican estas actitudes porque su verdad y su razón, es tan fuerte que justifica la violencia y el insulto. Yo escuchaba afirmaciones de que el cura se lo merecía porque según ellos había hablado mal del pueblo. Nunca hay nada que pueda justificar actitudes como estas y nuestra sociedad lo que tiene que hacer es atacar este tipo de actos vandálicos. Recuerdo la frase del alcalde de la localidad de que no pararía de hacer cosas hasta que yo desapareciera, ¿cómo hay que llamar a eso? Prefiero no decirlo y que cada uno haga una reflexión respecto a esta cuestión.
     En el caso de Martorell, de la universidad o de Sinarcas, o tantos otros que ha habido y como parece ser, seguirán habiendo, porque ciertos intereses de partido así lo quieren y han visto así una forma de atacar a su enemigo o a su adversario, y no les importa no tener escrúpulos para afirmar lo que decía Zapatero con respecto a Cataluña, que a él lo acogían muy bien y no tenía problemas como otros. Y el alcalde de Sinarcas que convoca un pleno extraordinario para destituir al párroco, afirmando que tiene el apoyo de arriba y que ahora ya no hay que hacer más caceroladas.
     Me parece triste estas actitudes, más que nada porque esto educa a la gente y a nuestros jóvenes para que cuando algo no les guste, o tengan un problema con un profesor le monten “un pollo”, o una cacerolada, o le digan fascistas porque no se les deja consumir alcohol. Así lo único que conseguimos es incitar a la violencia y a la tiranía de unos hacia los otros.
     Estas son las nuevas armas de propaganda; los mensajes de móviles, las caceroladas, los insultos, la extorsión. Todo vale con tal de herir a mi rival, pero en definitiva al final a cada uno nos definen nuestros actos, y quien potencia esto, o simplemente lo tolera o lo encubre, ya se sabe cuales son sus valores, y no son precisamente los de la tolerancia, la democracia y el estado de derecho.


JAVIER ABAD CHISMOL

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